Dr. Ricardo Mandrilli
M.N.: 58.886
En la conmemoración del Día de la
Sanidad, habrá que resignificar esta fecha en el marco de las necesidades y
demandas con las que nos enfrenta la Pandemia de COVID -19.
Esta situación puso a prueba una
serie de estrategias que fueron desarrolladas dentro de un Sistema de Salud que
históricamente fue maltratado, pero que nunca dejó de brindar una respuesta a
quien la necesita. El Personal que se desenvuelve en este ámbito lo hace
brindando, no solo lo que técnicamente sabe, sus conocimientos, su formación, sino
que se juega con otros valores: una toma de decisiones en el momento adecuado,
la solidaridad y el acompañamiento al que sufre una enfermedad. La Enfermedad
convierte al Ser Humano en un desdichado, la incertidumbre lo acecha a cada
instante, y siempre va a encontrar en el ambiente de la Salud, alguien que le
tienda una mano, que lo escuche, que lo mire, esa es la mejor Medicina.
Quienes estamos en estas lides no
necesitamos de aplausos, ninguna instrumentadora, enfermero, técnico -e incluyo
hasta los médicos- son aplaudidos cuando concluyen con una cirugía exitosa o
llegan a un diagnóstico de certeza. Todos hemos hecho nuestro trabajo, hemos
puesto nuestros conocimientos, dedicado nuestro tiempo, nuestro estrés, y mucho
más... pero nadie debería ser aplaudido cuando está frente a un paciente o su
familia, para acompañarlos en la tiniebla de una enfermedad.
La Salud es un bien indelegable,
intransferible, no stockeable…es un Bien para toda la Vida, es responsabilidad
de todos cuidarla, es una obligación acompañar al doliente, y eso no tiene
Precio, es una satisfacción que se deposita en el Alma de cada uno de los que
hacemos este trabajo.
Esto es a título personal, porque
siempre se debe tener un paradigma, y a mí me pasa con Julio Cortázar, que
alguna vez nos dejó escrito aquello de: “Las
palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el Alma”.
Estar al servicio en esta profesión
que tiene que ver con la Salud, se lleva muy adentro, no es un sacerdocio, es
una necesidad del Alma. Poco para decir, mucho para sentir, pero hay cosas que
solo se transmiten con acciones, con gestos a cualquier Ser Humano, no hace
falta tan siquiera ser un profesional de la salud, y si nos toca este rol, hay
que SER, y no solo TRABAJAR DE…
La falta de salud: quiebra,
desmaterializa a la persona, la excluye de su núcleo social, la hace
diferente a otros, que podrían estar sanos. Y es ahí donde necesita que un
semejante, con conocimientos del Arte de la Medicina (personalmente no creo en
la Ciencia, es Arte… porque hay que ser creativo para crear un acto sabio, que
no siempre es curar). Ahí se necesita aquella mano en el hombro, el respeto por
la escucha, el mantener una mirada cuando se puede estar dando una noticia no
esperada. Quien sea capaz de mantener una relación de cuidado y respeto con un
paciente, al final de la jornada podrá sentir una música nueva, el gozo del
designio cumplido.
Feliz Día de la Sanidad, y a seguir
soñando, porque siempre habrá una mano que necesite nuestra ayuda.