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La diabetes es una condición que afecta a millones de personas alrededor del mundo y que, de no ser tratada de forma adecuada controlando los niveles de azúcar en sangre, puede desencadenar graves problemas de salud. A continuación repasamos las complicaciones más comunes ocasionadas por esta afección.

Daño en los vasos sanguíneos: la hiperglucemia, o el aumento de azúcar en sangre, es una  de las principales preocupaciones cuando no se controla la diabetes. El exceso de azúcar puede dañar los vasos sanguíneos más pequeños del cuerpo, dificultando el flujo de sangre hacia los órganos.

De este daño derivan la mayoría de las complicaciones en órganos vitales del cuerpo.

Ojos: están conformados por vasos sanguíneos diminutos muy vulnerables al daño provocado por la acumulación de azúcar. A lo largo del tiempo, niveles elevados de azúcar en sangre pueden contribuir a inflamarlos, debilitarlos e incluso bloquearlos, generando problemas de visión e incluso ceguera. Esta afección es conocida como "retinopatía diabética".

Corazón y cerebro: la diabetes también puede dañar los vasos sanguíneos más grandes que suministran oxígeno al corazón y al cerebro. Los depósitos de grasa que se acumulan en estos vasos pueden romperse y provocar coágulos sanguíneos, lo que aumenta el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral. De hecho, las estadísticas muestran que 2 de cada 3 personas con diabetes fallecen a causa de enfermedades cardíacas o accidentes cerebrovasculares.

Pies: existen 2 riesgos ocasionados por la diabetes para las extremidades inferiores; por un lado, el daño en los nervios, que impide sentir dolor u otros problemas en esta zona; por otro lado, la mala circulación sanguínea dificulta la cicatrización de las heridas, volviendo a las personas con diabetes mucho más propensas a sufrir infecciones y úlceras que pueden dar lugar a amputaciones.

Riñones: los riñones actúan como filtros para el organismo, eliminando desechos y líquidos adicionales. Sin embargo, la diabetes puede afectar a estos órganos al estrechar y obstruir los diminutos vasos sanguíneos que los rodean. A medida que los riñones reciben menos sangre, no pueden eliminar los desechos y el líquido adicional de manera efectiva, lo que deriva en lo que los médicos llaman "enfermedad renal diabética".

Es fundamental comprender que un control adecuado de la diabetes, que incluya una dieta saludable, ejercicio en forma periódica y medicamentos (en el caso que el profesional médico lo crea necesario), es esencial para prevenir estas complicaciones.