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El verano nos invita a pasar días bajo el sol, ya sea en la pileta, tomando mates con amigos en una plaza o de vacaciones en la playa. Pero es importante recordar que con la época estival también llega un aumento de las radiaciones solares que puede volver una exposición aparentemente inofensiva en un peligro para la salud.

Si bien es cierto que cierta exposición solar tiene sus beneficios, como favorecer la producción de vitamina D, esencial para el fortalecimiento de huesos y dientes, la Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo (SAEM) recomienda que se haga con precaución. Basta con exponer la piel de brazos y piernas por solo 15 minutos, 3 veces por semana, para obtener resultados.

Pero los expertos recuerdan que la luz ultravioleta provoca daños irreversibles en la piel. Desde quemaduras solares, alergias y fotoenvejecimiento cutáneo, hasta un aumento del riesgo de padecer cáncer de piel. Y aunque las redes sociales muestren el bronceado como un signo de salud, la realidad es que ese color se produce como una reacción natural de defensa de la piel contra la radiación ultravioleta.

Es por eso que una exposición prolongada al sol, especialmente si se lleva a cabo sin protección solar, irá acumulando daño en la piel a lo largo de los años, aumentando considerablemente las probabilidades de sufrir cáncer de piel, incluido el melanoma cutáneo más agresivo.

Por eso, para disfrutar de los beneficios del sol sin correr riesgos, es fundamental usar protector solar con FPS 30 o 50 en todo momento, pero especialmente entre las 10 y las 16 horas, cuando la radiación ultravioleta está en su punto más alto. Además, es importante renovar la aplicación cada 2 horas o después de mojarse y usar accesorios como lentes de sol, ropa con filtro UV, sombreros y gorras para complementar la protección.